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Romantización de la escritura en redes sociales: entre filtros, likes y agotamiento

  • Foto del escritor: Andrea Ameneyro
    Andrea Ameneyro
  • 13 may
  • 2 Min. de lectura

Imagen de una persona escribiendo a máquina en un escritorio iluminado por una luz cálida, rodeada de plantas, café y papeles arrugados. Sobre la imagen se lee el texto: “La romantización de la escritura en redes… y su impacto real. Lo que nadie te cuenta sobre ser escritor”. En la parte inferior aparece el nombre de la autora: @andyameneyro.
Foto de Instagram @andyameneyro

Vivimos en una era donde escribir no solo se trata de crear historias, sino también de construir una imagen. La romantización de la escritura en redes sociales se ha convertido en un escaparate que, muchas veces, distorsiona la realidad del proceso creativo. Se comparte el escritorio perfecto, la taza de café humeante, la libreta llena de frases inspiradoras y los logros editoriales como si fueran instantáneos... pero rara vez se muestra el cansancio, el bloqueo, las dudas o los rechazos.


Esta idealización constante crea la ilusión de que escribir es fácil, fluido y glamoroso. Que publicar un libro es solo cuestión de inspiración y que los seguidores llegan con una sola frase bonita. Pero lo cierto es que detrás de cada página escrita hay horas de trabajo invisible, inseguridad, revisión, y muchísima disciplina.


Princpiales problemas de la romantización de la escritura en redes sociales


  • El agotamiento creativo que surge al sentir la presión de estar siempre “produciendo contenido”.

  • La comparación constante con otros escritores que aparentan vivir de la escritura sin mostrar el esfuerzo detrás.

  • La ansiedad por “gustar”, por volverse viral, por mantener una presencia activa, incluso si eso implica sacrificar el disfrute genuino de escribir.


Cuando la imagen pesa más que el proceso


En lo profesional, esta romantización genera expectativas poco realistas. Muchos escritores nuevos se frustran al no ver resultados inmediatos, creyendo que “algo están haciendo mal”. En lo personal, puede haber una desconexión con la vocación, convirtiendo la escritura —algo que amamos— en una fuente de estrés o insatisfacción. Al menos esa fue la razón por la cual hace un mes me tomé un descanso de las redes sociales.


Se escritor también es esto:

  • Borrar y reescribir el mismo párrafo diez veces.

  • Dudar de cada línea de diálogo.

  • Mandar manuscritos y no recibir respuesta.

  • Corregir con cansancio, pero con amor.

  • No querer ser un influencer, sino sencillamente un escritor.


Romper con esa visión idealizada es un acto de honestidad. No para quitarle la magia a escribir, sino para devolverle su profundidad real. Porque la escritura es poderosa, pero también es compleja. Y reconocerlo es un acto de amor propio y profesional.


¿Y tú? ¿Cómo te afecta esta romantización en tu día a día como escritor o escritora? Te leo en los comentarios. 💬


 
 
 

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